sábado, 29 de mayo de 2010

Excursiones: el Rancho de la Bola y las canteras

Hace unas semanas estuvimos de reportaje fotográfico en El Rancho de La Bola, una instalación militar junto al El Portal.



Jorge y Alba ya la habían visitado sin entrar en los túneles, y yo sabía que un primo de mi madre había hecho la mili allí. Parece ser que además ahí guardaban cargas de profundidad y minas submarinas tras la fatídica Explosión de Cádiz de 1947.
Cuando yo tenía 5 años la desmantelaron tras caer en desuso. Y así ha permanecido hasta hoy.

Se trata de tres naves enormes que supongo que servirían para acomodar a gente y vehículos. Los explosivos no se guardaban allí por el peligro que suponía (el suceso de Cádiz estaba reciente).


Íbamos preparados con linternas para los túneles así que nos metimos en el más alejado, que parecía "deshabitado". El silencio, la oscuridad y la sugestión hicieron el resto. Menos mal que aún no había jugado a Alan Wake. Los túneles llegan hasta el corazón de la colina, donde supuestamente se guardaba el armamento.

Quizás envíe estas magníficas fotos de Arturo a la gente de Abandonado por el Hombre. A la salida vimos la zona de oficinas y su piscina. Por lo que me ha contado Dani, dos semanas después la zona tiene vigilancia continua y ya no se puede pasar. Parece ser que van a construir un parque periurbano con barbacoas y caminos. Fantástico!, pero habrá que ver que clase de fauna lo ronda.

Como era temprano, más tarde intentamos encontrar las canteras ancestrales de arenisca que hay en la cara sur de la Sierra de San Cristóbal. Tras unos intentos fallidos encontramos, tapada por una frondosa higuera, la bajada.


Mi padre me contó que de estas canteras provienen las piedras que soportan las iglesias de Jerez. Hay "graffitis" de hace siglos que así lo atestiguan.

En el sitio hacía un frescor que realmente se agradecía. Es una lástima que ahora esté todo lleno de basura.

Cruzando la cueva artificial se llegaba a unas casas excavadas en la roca de hace más de cien años, aunque probablemente estuvieran habitadas hasta los años 70. Fijaos lo que teníamos aquí al lado de casa y no conocíamos. Una parte de nuestra historia ahí estaba, escondida.

Aquí acaba una entrada más larga de lo común, pero es que las fotos merecían la pena. Y esta historia, como todas las grandes historias, acaba con un banquete. En este caso resultó ser una deliciosa copa de helado.

Hasta la próxima aventura!

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