jueves, 13 de enero de 2011

London (IV) - Moustaches

Mi cuarta semana transcurrió metido en faena, estudiando mucho incluso cuando llegaba a casa. A la hora de comer, en ocasiones seguía con el plan de bocadillo + museo.


Por fin conseguí mi tarjeta de identificación, que me permitía abrir las puertas cuando era tarde, descuentos en el café y el acceso al comedor de doctorandos y profesores, donde sirven comida bastante elaborada para lo que estaba acostumbrado.


Hasta ahora no lo he comentado, pero durante Noviembre, los componentes del grupo nos hemos estado dejando bigote por una buena causa. Pues bien, no me preguntéis cómo, pero al final del mes habíamos recaudado más de 1000 libras para luchar contra el cáncer de próstata. El año que viene, aunque no esté aquí, me apuntaré al movimiento.


El fin de semana lo pasé estudiando, salvo el sábado por la mañana que me acerqué a Greenwich, donde se encuentra el meridiano cero. Antiguamente todos los barcos pasaban por ahí a poner sus relojes en hora antes de zarpar, pues el tiempo era la forma de calcular la posición en mar abierto.




El lugar es majestuoso, lleno de palacios donde la nobleza pasaba los veranos. Ahora son museos y una universidad.



Desde el observatorio de la colina se tienen muy buenas vistas. Normalmente es habitual ir y volver en barco por el Támesis, pero hacía un frío tremendo (al lado del río la sensación térmica era de -7º) así que me acerqué en tren.



La gente aquí se hace la típica foto de poner un pie a cada lado del meridiano. También los hay que señalan su ciudad en la lista.


Hay un planetario dentro del observatorio, y una roca del espacio que dice "Este será el objeto más antiguo que usted tocará jamás". Creo que tenía más edad que La Tierra, unos 4.000 millones de años.



Para almorzar me acerqué al mercado navideño de Greenwich. Tenía todo tipo de comidas étnicas, quizá el más variado que he visto.


Por supuesto, quería probar algo nuevo, así que me recorrí todos evaluando concienzudamente mi elección. Al final fueron estos cocidos nigerianos, un plato caliente con carne, verduras, arroz y una salsa picante.


No podía volver a casa si un dulce, pues es lo que mejor saben hacer los ingleses.


La verdad es que a esas alturas de la estancia las semanas se me pasaban volando y estaba completamente concentrado en el trabajo. En ese momento ya me había visto prácticamente todo lo que un turista debía ver en Londres, estaba aprendiendo mucho y ya notaba cierta mejora en mi inglés.

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